Mauricio Vallejomárquez
Nació un domingo 12 de diciembre de 1979. Poeta y escritor, fundador del Grupo Literario La Fragua y director de la revista Huella. Ha laborado como cronista y periodista de Diario Co Latino, Diario de Oriente y El Diario de Hoy. Su trabajo ha sido publicado en: Artefacto, Ars, La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy, Diario Co Latino, Revista Huella, Mecenas, El Universitario, Coloquios Poéticos, entre otros, además de revistas y periódicos de países como España, México, Francia, Israel y Estados Unidos. Ha publicado los plaquettes de poesía: Tiempo en La Marea (1999), Cantar bajo el Vidrio (2000), La Casa (2001). Cuentos de Ocio (2006) y el poemario El Último Salmo (2007) ganador de mención de honor de los juegos Florales de Santa Ana del 2001. Su trabajo aparece en la antología Alba de Otro Milenio de Ricardo Lindo. Hijo del desaparecido escritor Mauricio Vallejo.
En estos momentos es responsable del taller de literatura de la Universidad Evangélica y realiza algunos trabajos para revistas y suplementos tanto nacionales como extranjeros. Tiene en proceso de creación una novela y varios poemarios ya terminados. Nos cuenta este joven poeta que a través de su experiencia ha logrado comprender que más importante que el talento es el trabajo y, cuando hablamos de los poetas y su poesía, me aclara que, en contra de lo que pensaba en su adolescencia, hoy cree que la poesía debe ser, ante todo, comunicación; y para lograr esto debe ser entendida por el lector, debe ser clara, debe ser humilde y no querer alardear de una codificada grandilocuencia.
Los dejo con una pequeña muestra de la poesía de Mauricio que ha sido tomada del sitio WEB de nuestro querido André Cruchaga, ARTE POETICA: http://www.artepoetica.net/Mauricio_Vallejomarquez1.htm
Y también les invito a que visiten el blog de Mauricio en http://vallejomarquez.blogspot.com/
Hasta el próximo martes y que viva la Poesía
I
Dios
concédeme un poema
que cante a voz de trino
los pájaros del campo
todos los mares
y los ríos del mundo.
Señor
concédeme un poema
como delicada brisa
de tarde,
como tenue sol de estío
Dios
deja fluir de mi pluma
todos los rincones de antaño
haz que fluya de mis labios
Señor concédeme el poema.
Despedida Nocturna
Odio que te marches,
como también la negritud de las calles.
La soledad, en ningún momento, puede sentirse tan profunda
como el adiós eterno
que intento dejar en tu corazón cada despedida.
Se va tu olor,
rosa, brisa, y el mar de la madrugada.
Creciendo en desventaja tomo mis únicas pertenencias
y retorno.
Un día, amada, un día
se agitará el viento entre los árboles,
y tú, como yo, no pondremos reparos
para sentirnos cómplices de un delito del mundo.
Amada, entre mis pasos, he pensado ciegamente en tu rostro
de sol por el día, de luna por la noche.
Mis manos se abaten al sentir los golpes
que del cielo van cayendo,
sin saber que Dios en su omnipotencia
va guardándome en sus manos.
Odio que te marches
como verme solo en las calles
y no saber que junto a mí
va un corazón latiendo al mismo ritmo que el mío.
Un corazón que promulga la paz de los toques de tus dedos
que siempre me arropa como una madre.
Entonces, cuando la noche es negra
sé que a la mañana, amada,
te veré en tu reposada tranquilidad.
Amada
La ausencia de tu voz
gasta mi pose erguida
me cala hondo
como un dolor desmedido
Hiere mis ojos y no te figuro más.
Aquellas risas que dejaste
han quedado en el jabón
deambulando y olvidadas
acaricio tu imagen de sombra
entre las paredes
tan propias y vacías
¡Vuelve amada e inunda todo de ti!
-¡Qué buena falta le hace!-